El Discurso es un mensaje que se pronuncia generalmente de manera pública y que busca en una acción contundente exponer algún tipo de información para convencer al oyente.
El Discurso puede ejecutarse en diversos ámbitos y es sin duda parte esencial de la política. En un proceso electoral los candidatos lo utilizan para promover sus propuestas y programas de gobierno a fin de ganar adeptos, es decir votantes. Igualmente lo usan los ministros, alcaldes, gobernadores , presidentes y demás funcionarios y/o dirigentes políticos. El discurso político tiene un notorio carácter persuasivo. Intenta siempre captar la atención del receptor y utiliza recursos específicos.
Un discurso es político en la medida en que el mensaje que transmite no es solamente un mensaje sobre el mundo o acerca de una situación social particular, sino, sobre todo, un mensaje donde se revela el poder y la autoridad por parte de quien lo emite. También se ha definido el discurso político como la formulación (a veces implícita) de ideales colectivos expresados como tales.
Respecto al poder podría ser brevemente definido como … la relación social entre grupos e instituciones, e incluye el control que ejerce un grupo o institución más poderoso (y el que ejercen sus miembros) sobre las acciones y pensamientos de un grupo (y de sus miembros) menos poderoso. Este poder presupone un acceso privilegiado a los recursos socialmente valorados como la influencia social, la salud, los ingresos económicos, el conocimiento o el estatus (Van Dijk, 1994: 7).
El espacio/tiempo que necesitan y producen el mercado y las tecnologías es global. Como lo fue el espacio-nación en la Europa de fines del siglo XVII, ahora el espacio-mundo se constituye en el horizonte del flujo económico e informacional, que tiene como clave la relación de interdependencia y como vehículo la trama tecnológica de la información.
Tejido comunicativo y massmediación de la política. Discurso Político en los medios.
(Del artículo "El miedo a los medios. Política, comunicación y nuevos modos de representación" del autor Jesús Martín-Barbero).
Cuando el don de la palabra es restringido por el manejo de la imagen, cambian las estructuras comunicativas sobre las que se apoyan tanto las relaciones de representación como las estrategias de negociación y decisión (Norbert Lechner).
La percepción de entrada, aunque el tono varíe entre lo desencantado y lo apocalíptico, parece compartida por todos los críticos: al identificar lo público con la escena mediática y al asimilar su discurso al modelo propuesto por los medios, en particular por la televisión, la política se desfigura a tal punto que estaría asistiendo al proceso de su propia disolución.
Los dispositivos de la desfiguración son dos, el de espectacularización y el de sustitución. El primero vacía a la política de su sustancia: al predominar la forma sobre el fondo, el medio sobre el mensaje, el discurso político se transforma en puro gesto e imagen, capaz de provocar reacciones –cambiar la intención de voto, modificar súbitamente los porcentajes de adhesión– pero no de alimentar la deliberación o el debate ideológico y menos de formar convicciones.
Confundida con el discurso publicitario, la palabra del candidato es sometida a la fragmentación que impone el medio, a la levedad de sus contenidos, y su figura a la estética de los maquillajes de cualquier producto o vedette. La acción política misma acaba identificada con el espectáculo massmediático: se gobierna o se hace oposición de cara a la cámara, o a los sondeos, que son otra forma de la indispensable y permanente producción de imagen.
El segundo, dispositivos de la desfiguración, se desprende de la hegemonía de la imagen sustituyendo la realidad: el mediador, el comunicador, acaba suplantando al político no solo en el sentido primario –el periodista estrella que llega a tener más credibilidad y hasta poder que el parlamentario o el gobernador– sino en otro más hondo, el político va interiorizando la función comunicativa hasta vivir de la imagen que proyecta más que de las ideas u objetivos del partido que representa.
La videopolítica sustituye a la vida política en el mismo proceso y al mismo ritmo en que el ciudadano va siendo reemplazado por el consumidor
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